Sattva: claridad sin rigidez

sattva

Hablemos de Sattva: Imagina por un momento una mañana de primavera: el cielo está despejado, el aire es suave, hay silencio… pero no un silencio vacío, sino lleno de vida. Tu mente está tranquila, el cuerpo liviano. No hay urgencia, ni cansancio. Solo estás. Aquí. Presente. Consciente.

Ese estado, que a veces se cuela en nuestra vida como un regalo, es la manifestación más pura de sattva.

En la visión de los tres gunas —rajas, tamas y sattva—, sattva se asocia con la luz, el equilibrio, la claridad mental y la armonía. Es la energía de la comprensión profunda, del contento sin causa, de la conexión con lo esencial. Sattva nos acerca a lo real. Nos da lucidez, discernimiento y belleza interior.

Y por eso mismo, muchos caminos espirituales lo han presentado como el objetivo final, el estado ideal al que deberíamos aspirar. ¿Quién no querría vivir siempre sereno, sabio, en paz? Pero aquí es donde entra una de las enseñanzas más valiosas del tantrasattva no es la meta, y buscar solo sattva puede ser otro tipo de trampa.

La trampa de idealizar EL EQUILIBRIO

Cuando elevamos sattva como “lo mejor” y despreciamos a rajas o a tamas, estamos dividiendo la realidad. Y todo lo que divide, confunde.

Desde el tantra, la consciencia se expresa en todos los estados: en la acción de rajas, en el descanso de tamas, en la claridad de sattva. Todas las formas son divinas, si se viven con presencia. El problema no es el guna, sino nuestra relación con él. Cuando nos apegamos a uno, incluso a sattva, perdemos la libertad.

Sattva, si se convierte en una obsesión espiritual, puede cristalizarse. Podemos volvernos rígidos, exigentes, desconectados del mundo real. Puede aparecer una forma sutil de superioridad o desapego forzado. Y eso ya no es claridad… es otra forma de oscuridad disfrazada.El camino del yoga no es “ser más sattvico”. Es reconocer la danza de los gunas en nosotros y mantenernos lúcidos, abiertos, presentes… en cada fase.

Cómo reconocer sattva en ti

Cuando sattva está presente, podemos sentir:

  • Paz sin causa externa.
  • Mente clara, enfocada, sin exceso de estímulos.
  • Sensación de gratitud, incluso en situaciones simples.
  • Capacidad de observar sin reaccionar.
  • Deseo natural de cuidar, servir, comprender.

Y también podemos observar si nos estamos apegando a sattva:

  • Rechazo a situaciones intensas, caóticas o dolorosas.
  • Tendencia a buscar entornos “puros”, personas “espirituales”.
  • Sensación de incomodidad o juicio hacia la emocionalidad, el deseo, la confusión.

Sattva es hermoso… cuando fluye. Pero no es un pedestal. Es una fase de la energía viva, no una cima inamovible.

Cultivar EL DESapego en la esterilla

En esta práctica, te propongo invitar a sattva con suavidad, sin aferrarte, sin buscar “alcanzar” algo. Vamos a abrir espacio para que la claridad surja sola, desde adentro.

– Primera parte: alinear, no forzar

Objetivo: establecer una base firme y sensible.

  • Posturas sugeridas:
    • Tadasana (la montaña): arraigo con dignidad.
    • Trikonasana (el triángulo): apertura y equilibrio. Utiliza bloques bajo las manos si te ayudan en el alineamiento.
    • Ardha Chandrasana (media luna): atención plena en la transición. Sigue utilizando el bloque si sientes que te permite mayor expansión.
    • Sukhasana o siddhasana (postura meditativa): la que mejor se adapte a tus circunstancias.

Respiración:

  • Natural, sin control, solo consciente. Observa la pausa después de la inhalación y después de la exhalación. 
  • Si sientes quietud… respírala. Si hay agitación… respírala también.

Conciencia:

  • No busques perfección. Solo presencia. Lo que surge, está bien.

 Segunda parte: meditación en la claridad

Objetivo: conectar con la luz interna sin aferrarse a ella.

  • PranayamaNadi Shodhana (respiración alterna) para equilibrar los canales energéticos.
  • Meditación: siéntate cómodamente y repite internamente “Om namah shivaya”.

Conciencia:

  • Si aparece una sensación de “bienestar espiritual”, agradécela… y déjala ir.
  • Sattva no se retiene. Se saborea y se suelta.

Sattva, una estación del viaje

Sattva es como la cima de una montaña desde la que se ve todo con claridad. Pero la vida no se queda en las cimas. Vuelve a bajar al valle, al bosque, al río. Y eso está bien.

Desde el tantra, vivir en consciencia no significa buscar siempre lo luminoso. Significa reconocer lo sagrado en todas las formas, incluso en la sombra, en el deseo, en el movimiento. La luz no excluye: abraza.

Así que si alguna vez te encuentras en un estado de serenidad profunda… disfrútalo. Pero no lo encierres. No lo midas. Déjalo ser. Sattva vendrá y se irá, como todo. Lo importante no es sostenerlo, sino estar despierto cuando llegue… y cuando se vaya.

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