Tamas: la quietud que puede volverse sombra

Tamas: la quietud que puede volverse sombra

Hay días en los que cuesta levantarse, en los que el cuerpo se siente pesado y la mente… como envuelta en niebla. El tiempo parece espeso, las emociones se apagan y todo invita a quedarse bajo las mantas. ¿Te ha pasado? Bienvenido a la energía de tamas.

Sin embargo, tamas no es un enemigo ni un fallo que corregir. Es una de las tres fuerzas que dan forma a toda experiencia: sattva (equilibrio), rajas (movimiento) y tamas (inercia, densidad). Cada una cumple su función sagrada. Sin tamas, no habría reposo, ni forma, ni contención.

Es lo que nos permite dormir, sostener una estructura, tener un cuerpo físico.

El problema aparece cuando olvidamos que tamas es solo una fase del flujo, no un estado permanente.

El rostro oculto de tamas

Tamas es el principio de estabilidad y descanso. Sin embargo, también puede transformarse en apatía, pereza, tristeza o desmotivación. Es la energía que se estanca cuando no encuentra una dirección consciente.

Cuando tamas predomina demasiado, puede aparecer la confusión, la negación de la realidad, el deseo de desconectarse del presente. Se vuelve una especie de anestesia interna: no duele… pero tampoco se siente.

Y sin embargo, incluso en esa oscuridad, hay sabiduría. En la tradición tántrica se enseña que sin oscuridad no existiría la luz. Una semilla está rodeada de tamas cuando duerme en la tierra. El silencio, el misterio, la gestación… todo eso es tamas también.

Tamas nos recuerda que descansar no es rendirse, que quedarse quieto puede ser fértil y que la oscuridad también forma parte del camino hacia la conciencia.

¿Cómo reconocer tamas en ti?

Algunas señales de que tamas está activo:

  • Sensación de fatiga constante, aunque hayas dormido.
  • Tendencia a procrastinar o evitar responsabilidades.
  • Pensamientos repetitivos, pesimistas o sin dirección.
  • Cuerpo pesado, respiración lenta y superficial.
  • Apego al confort: comida densa, sofá, tele, rutinas sin vida.

Tamas no es el villano de la historia, pero tampoco es un guía confiable si lo dejamos al mando. Necesita la claridad de sattva y el empuje de rajas para expresarse con propósito. Nuestra tarea no es eliminar tamas, sino despertarlo desde dentro.

Práctica para iluminar la oscuridad de tamas

Esta práctica no busca combatir tamas, sino invitarlo a transformarse en consciencia encarnada. Vamos a usar el cuerpo como canal para mover la energía, suavemente, sin violencia. Como quien despierta a alguien que duerme profundamente… con cariño.

Primera parte: salir de la inercia

Objetivo: activar el cuerpo con dulzura.

  • Posturas sugeridas:
    • Gato-vaca (Marjaryasana/Bitilasana): en sincronía con la respiración.
    • Bhujangasana (cobra suave): siente cómo se abre el pecho.
    • Malasana (cuclillas con todo el pie en la tierra y abriendo caderas): conecta con la tierra, sin tensión.
    • Adho Mukha Svanasana (perro boca abajo): permanece respirando lentamente.

Respiración:

  • Inhalaciones más largas que las exhalaciones para estimular sin sobresaltar.
  • Visualiza la energía subiendo por la columna como una luz que se enciende.

Conciencia:

  • No apures el cuerpo. Cada gesto es un mensaje: “Estoy aquí, despierta”.

Segunda parte: estabilizar con presencia

Objetivo: transformar la pesadez en arraigo.

  • Posturas sugeridas:
    • Tadasana (postura de la montaña): firmeza tranquila.
    • Vrksasana (el árbol): equilibrio sin rigidez.
    • Setu Bandha (puente): activar suavemente desde el centro.
    • Savasana consciente: ojos abiertos unos minutos al comienzo, luego cerrados.

Respiración guiada:

  • Inhala contando 4 – Retén 4 – Exhala 4 – Retén 4 (respiración cuadrada).
  • Esta técnica calma la mente y da estructura al flujo vital.

Conciencia:

  • Repite internamente: “Habito esta quietud con luz”.

La semilla en la oscuridad

Tamas no es error. Es el fondo silencioso del que todo surge. Pero si nos quedamos demasiado tiempo allí, el alma empieza a adormecerse. Por eso el yoga, como camino de conciencia, nos invita a usar tamas como puente hacia la presencia, no como destino.

La práctica no siempre tiene que ser enérgica. A veces lo más transformador es un gesto consciente, una respiración completa, una pausa habitada y un descanso.

En el tantra, lo sagrado no está solo en la luz: también está en la sombra que da forma.
Así que la próxima vez que sientas el peso del mundo o una nube mental que no se va… no luches. Siéntate con tamas. Háblale. Respíralo. Y desde ese encuentro, deja que vuelva la chispa.

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